El 9 de diciembre de 1905 se aprobó en Francia la ley que consagraba la separación de la Iglesia y del Estado, basada en tres principios: la neutralidad del Estado en materia de religión, la libertad absoluta de los ciudadanos en el ejercicio religioso, tal y como venía recogido ya en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y las relaciones entre los poderes públicos y las confesiones religiosas, fueran estas las que fueran, que establecía que la República no reconocía a ninguna confesión religiosa como preeminente u oficial, no financiaba a ningún credo religioso, ni subsidiaba a religión alguna. La ley de 1905 convertía de facto a la República en un estado laico, consagrando la separación entre las confesiones religiosas y las instituciones públicas.

El GOdF, que ya desde el año 1877 renuncia a la mención de cualquier figura divina en sus documentos, manifestando asi su defensa irrestricta del principio de libertad absoluta de conciencia, fue una de las instituciones que promovió la aprobación de dicha ley y a lo largo de su historia sus miembros se han postulado como los más fieles guardianes de su cumplimiento, renovando cada año su compromiso con el espíritu y la literalidad de la ley, y alzando la voz cuando han observado injerencias de uno u otro lado con el fin de obtener algún beneficio o prevalencia.

El GOdF es uno de los bastiones fundamentales en la defensa del Laicismo, cuenta en sus estructuras con una Comisión Permanente de la Laicidad y en todas las logias del GOdF en el mundo hay un delegado de laicidad para promover y estimular el debate entre los miembros de su logia y llamar la atención sobre aquellos sucesos más cercanos a su realidad geográfica relacionados con la separación entre la iglesia y el estado, o su vulneración.